LAS IMÁGENES IMPORTAN

admiracionesEste Estudio otorga un papel clave a las imágenes como mecanismos simbólicos de representación (simplificación) de la realidad y por su importancia en la construcción de referentes y valores que son compartidos en el imaginario colectivo de una sociedad.

Nunca en la historia de la humanidad la población había estado expuesta a una densidad de imágenes semejante y nunca las representaciones visuales habían ocupado tan intensivamente el espacio privado y público. Este fenómeno ha aumentado en los últimos años con el uso de Internet, las redes sociales, los videojuegos, la cámara digital y el vídeo y su posterior integración en la telefonía móvil. En la era de la cuarta pantalla (cine, TV, PC y móvil) se han creado nuevos sistemas de transmisión de información y conocimiento, y de contacto con la realidad, que son completamente nuevos y ajenos a los ámbitos tradicionales de socialización y aprendizaje. Es lo que se ha definido como la era digital, que abre un número inmenso de opciones y permite el trabajo en redes virtuales.

Las imágenes conforman un universo simbólico que ubican los acontecimientos dentro de una unidad coherente que comparten las personas socializadas en esa colectividad. Entendemos por imágenes todas aquellas representaciones visuales como lo son la fotografía, el arte gráfico, la publicidad, los videojuegos, la televisión o el cine, entre otros.

El lenguaje visual es dinámico y los códigos de lectura de la imagen no son universales, por lo que cada lector interpretará la imagen según sus claves culturales, sus experiencias y circunstancias personales y de acuerdo al marco cognitivo que en la persona prevalezca. Ello está en la base de la polisemia de las imágenes.

Una imagen puede resultar más potente que los hechos que describe. Además se tiene la impresión que una imagen no puede mentir, que recoge la realidad y en eso reside el enorme poder de la misma: esta visión parcializada de la realidad se confunde con la propia realidad. Esto permite introducir visiones del mundo determinadas ante una situación. Como afirma Habermas (1999): “Las imágenes del mundo cumplen la función de conformar y asegurar la identidad proveyendo a los individuos de un núcleo de conceptos y suposiciones básicas que no pueden revisarse sin afectar la identidad de los individuos como de los grupos sociales”.

La imagen es una forma de aislar una parte respecto a la totalidad. El lenguaje visual es dinámico y refleja los cambios que se producen en la sociedad. Las imágenes transmiten no solamente ideas y conceptos, sino valores, sentimientos y actitudes (carga racional y afectiva) y son un instrumento de acopio colectivo del conocimiento, por ello decimos que las imágenes son sintéticas. Como afirma Luis Muiño (El País,28 de octubre de 2012): “Las imágenes y los medios audiovisuales son un eficaz instrumento de persuasión. La mezcla de estímulos que lo componen nos lleva a una profundidad emocional que pocas veces alcanzamos en la vida real: la fotografía, las imágenes que se graban en nuestra memoria, esa sensación de realidad hace que los contenidos sean influyentes”. Adicionalmente, la comunicación es una dimensión fundamental de las relaciones de poder, bien de los ejercicios de dominación, o bien de las prácticas de resistencia (Saiz 2007: 189-190).

Tal vez esto explicaría, por ejemplo, por qué es frecuente ilustrar la escasez de alimentos en una zona determinada a través de la imagen de un niño esquelético, con el vientre abultado. Sin embargo, la realidad es que sólo una minoría de casos de malnutrición acaba en esa situación tan “fotogénica”. La gran mayoría de las poblaciones afectadas por desnutrición mueren por enfermedades como la diarrea, fiebres, etc., que no corresponden exactamente con la imagen que se reproduce habitualmente. Cuando el fotógrafo elige este marco está abordando la escasez de alimentos desde una determinada perspectiva, que elige y que construye realidad.

El enorme poder de las imágenes se complementa con las narrativas discursivas existentes, que explican la realidad. Existen diversos trabajos que profundizan en una narrativa discursiva alternativa sobre las mujeres y la construcción de la paz (Magallón, 2012; Cockburn, 2008; Villellas, 2006; Porter, 2012). Sin embargo, existen menos análisis sobre el lenguaje visual y sobre el papel que juegan las representaciones visuales para promover la paz y la igualdad.

En los análisis realizados hasta ahora se constata que los proyectos comunicativos de mujeres proponen formas distintas de imaginar la vida individual y colectiva. Ofrecen relatos, imágenes, preocupaciones, intereses que son negados u ocultados de los espacios públicos convencionales (Saiz, 2007: 193). Y por lo tanto, ampliar el imaginario implica no sólo modificar los estereotipos sobre las representaciones, sino reivindicar que los discursos hablen de las mujeres de otra manera, recogiendo sus experiencias desde un enfoque amplio (Saiz,2007: 194).

En definitiva, se trata de “Imaginar un conjunto de voces plurales y múltiples desde las que sea posible ser ciudadana”. Por su parte, desde el ámbito de la investigación para la paz, también existen algunas propuestas que se relacionan con el periodismo de paz y que supone una apuesta por mostrar los conflictos y su capacidad para transformarse, empoderando a los sin voz, dando visibilidad a otras dimensiones de la violencia y mostrando aquellas experiencias que unen a las personas, en lugar de las que las separan (Hernández Sanchez 2011: 110).

Nunca en la historia de la humanidad la población había estado expuesta a una densidad de imágenes semejante y nunca las representaciones visuales habían ocupado tan intensivamente el espacio privado y público. Este fenómeno ha aumentado en los últimos años con el uso de Internet, las redes sociales, los videojuegos, la cámara digital y el vídeo y su posterior integración en la telefonía móvil. En la era de la cuarta pantalla (cine, TV, PC y móvil) se han creado nuevos sistemas de transmisión de información y conocimiento, y de contacto con la realidad, que son completamente nuevos y ajenos a los ámbitos tradicionales de socialización y aprendizaje. Es lo que se ha definido como la era digital, que abre un número inmenso de opciones y permite el trabajo en redes virtuales.

Las imágenes conforman un universo simbólico que ubican los acontecimientos dentro de una unidad coherente que comparten las personas socializadas en esa colectividad. Entendemos por imágenes todas aquellas representaciones visuales como lo son la fotografía, el arte gráfico, la publicidad, los videojuegos, la televisión o el cine, entre otros.

El lenguaje visual es dinámico y los códigos de lectura de la imagen no son universales, por lo que cada lector interpretará la imagen según sus claves culturales, sus experiencias y circunstancias personales y de acuerdo al marco cognitivo que en la persona prevalezca. Ello está en la base de la polisemia de las imágenes.

Una imagen puede resultar más potente que los hechos que describe. Además se tiene la impresión que una imagen no puede mentir, que recoge la realidad y en eso reside el enorme poder de la misma: esta visión parcializada de la realidad se confunde con la propia realidad. Esto permite introducir visiones del mundo determinadas ante una situación. Como afirma Habermas (1999): “Las imágenes del mundo cumplen la función de conformar y asegurar la identidad proveyendo a los individuos de un núcleo de conceptos y suposiciones básicas que no pueden revisarse sin afectar la identidad de los individuos como de los grupos sociales”.

La imagen es una forma de aislar una parte respecto a la totalidad. El lenguaje visual es dinámico y refleja los cambios que se producen en la sociedad. Las imágenes transmiten no solamente ideas y conceptos, sino valores, sentimientos y actitudes (carga racional y afectiva) y son un instrumento de acopio colectivo del conocimiento, por ello decimos que las imágenes son sintéticas. Como afirma Luis Muiño (El País, 28 de octubre de 2012): “Las imágenes y los medios audiovisuales son un eficaz instrumento de persuasión. La mezcla de estímulos que lo componen nos lleva a una profundidad emocional que pocas veces alcanzamos en la vida real: la fotografía, las imágenes que se graban en nuestra memoria, esa sensación de realidad hace que los contenidos sean influyentes”. Adicionalmente, la comunicación es una dimensión fundamental de las relaciones de poder, bien de los ejercicios de dominación, o bien de las prácticas de resistencia (Saiz 2007: 189-190).

Tal vez esto explicaría, por ejemplo, por qué es frecuente ilustrar la escasez de alimentos en una zona determinada a través de la imagen de un niño esquelético, con el vientre abultado. Sin embargo, la realidad es que sólo una minoría de casos de malnutrición acaba en esa situación tan “fotogénica”. La gran mayoría de las poblaciones afectadas por desnutrición mueren por enfermedades como la diarrea, fiebres, etc., que no corresponden exactamente con la imagen que se reproduce habitualmente. Cuando el fotógrafo elige este marco está abordando la escasez de alimentos desde una determinada perspectiva, que elige y que construye realidad.

El enorme poder de las imágenes se complementa con las narrativas discursivas existentes, que explican la realidad. Existen diversos trabajos que profundizan en una narrativa discursiva alternativa sobre las mujeres y la construcción de la paz (Magallón, 2012; Cockburn 2008, Villellas, 2006; Porter, 2012). Sin embargo, existen menos análisis sobre el lenguaje visual y sobre el papel que juegan las representaciones visuales para promover la paz y la igualdad.

En los análisis realizados hasta ahora se constata que los proyectos comunicativos de mujeres proponen formas distintas de imaginar la vida individual y colectiva. Ofrecen relatos, imágenes, preocupaciones, intereses que son negados u ocultados de los espacios públicos convencionales (Saiz, 2007: 193). Y por lo tanto, ampliar el imaginario implica no sólo modificar los estereotipos sobre las representaciones, sino reivindicar que los discursos hablen de las mujeres de otra manera, recogiendo sus experiencias desde un enfoque amplio (Saiz,2007: 194).

En definitiva, se trata de “Imaginar un conjunto de voces plurales y múltiples desde las que sea posible ser ciudadana”. Por su parte, desde el ámbito de la investigación para la paz, también existen algunas propuestas que se relacionan con el periodismo de paz y que supone una apuesta por mostrar los conflictos y su capacidad para transformarse, empoderando a los sin voz, dando visibilidad a otras dimensiones de la violencia y mostrando aquellas experiencias que unen a las personas, en lugar de las que las separan (Hernández Sanchez 2011: 110).